lunes, 9 de junio de 2008

la belleza del arte y el dolor del artista

Entonces pienso: uno de mis primeros recuerdos es estar mirando fijo un objeto, y sentir que perdía sentido lo que veía, que se desdibujaban los bordes y que yo, ya no estaba ahí sino en cualquier otro lugar al que el pensamiento me había llevado.

También me miraba al espejo repitiendo mi nombre, hasta sentir que no significaba nada (pequeño-gran descubrimiento) no significa más que una convención...ese nombre que aún cargo y que no es mío.

Otro recuerdo muy antiguo es de una vez que me quemé la pierna y papá me llevaba al hospital a hacer las curaciones...me llevaba él porque mi hermana era muy chica y mamá se quedaba con ella.

Sin embargo no recuerdo a mis viejos juntos...las pocas imágenes que tengo de papá son leyendo un diario o mirando un partido de Boca con la luz apagada y el televisor sin volumen, escuchándo el relato por la radio...(evidentemente ambas costumbres me influyeron).

Por otra parte, me han halagado la memoria muchas veces...recuerdo el primer día de colegio, las mudanzas cuando aún estaba en el jardín y el desfile de gente que siempre, siempre pasó por mi vida.

Empecé a escribir a los 8años...hace ya 15!!! Y sigo buscando algo. Estudié comunicación en un evidente intento de asirme a lo que se transmite, aunque muy en el fondo sigo sintiendo cosas intransmisibles.


La nostalgia, como visitante temprana, me dice que nunca he sido buena anfitriona, los atardeceres, las noches de luna y la lluvia me cortan el aliento. Me presionan el pecho hasta que me duele respirar y a la vez...siento que respiro profundo.

No sabría definir la nostalgia, como a tantas otras cosas que no logro poner en palabras.
Nombrar lo indecible es una tarea árdua...romper los moldes de las palabras, quebrar un sentido.

Finalmente pienso que no sé hasta dónde la buena memoria sea una virtud. A veces es más una maldición, un peso.

No sé tampoco hasta dónde las palabras nombran, definen...a veces borran

Dicen que en la belleza del arte se ve el dolor del artista



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los excesos y los extremos nunca son buenos compañeros de ruta.

La memoria solo es buena cuando podemos aprender de ella. Nos sirve para no olvidar la experiencia y recaer en errores pasados, propios o ajenos.
Nos sirve para tener cuidado, para poder seguir. Buenos recuerdos nos roban sonrisas y tambien nos enseñan.
La memoria en exceso nos deja viviendo en el pasado, nos borra el presente y no creo que nos haga del todo bien a futuro.

Tampoco esta mal estar nostalgico. Es parte del ser. Lo que no significa que este bien ser nostalgico.

De una u otra manera hay algo que esta tan presente que es pasado y presente a la vez... y ata.
Descubrir que nos ata es la tarea pendiente de toda persona.
Buscar, rememorar, nadar en recuerdos buscando pistas que nos mantengan a flote cuando nos castiga el nostalgico cansancio.

Mientras tanto... por ahi anda una balsita.

[MxeF]

Unknown dijo...

Voy a contradecir hasta la propia etimología que viene del griego nosteo (volver) y algeo (sentir dolor). Voy a contradecir su definición –porque el antónimo es alegría o regocijo-.
No creo que necesariamente deba asociarse a la nostalgia con la tristeza, con la pesadumbre o la soledad.
Emile Ciorán decía que el hombre no está satisfecho de ser hombre. Pero no sabe hacia qué regresar, ni cómo volver a un estado del que ha perdido todo recuerdo claro. La nostalgia que tiene de él constituye el fondo de su ser, y a través de ella comunica con lo más antiguo que subsiste en él.
La nostalgia nos lleva de regreso a un mundo que recordamos difuso, y a medias. Como ese verso que no llegamos a escribir y del que sólo nos queda la leve melancolía de una música perdida.
La nostalgia solo es ese regreso imaginario a esas tierras donde probablemente nunca hemos ido. Pobre de aquel que no tengo donde regresar.
Bicho raro, insisto: no dejas de sorprenderme.